Esta historia comenzó en el marco de la Expoagro realizada en marzo de este año, cuando un amigo-colega que trabaja en el stand de una firma yerbatera, Arnaldo Pucheta, nos contó la situación de la escuela “Arandú Roga”, en la que el trabaja como maestro.
“Arandú Roga”, voz guaraní que significa “Casa del sabio”, es una de las llamadas E.F.A., Escuela de la Familia Agrícola, de las que hay una cuarentena en el país, y que si bien están contempladas en los programas educacionales oficiales y son regidas por las diferentes D.I.G.E.P, resultan ser una suerte de ONG conformadas ´por las familias de un determinado poblado o caserío, a la que van desarrollando con aportes familiares y de las actividades de tipo cooperadora que se realicen. El estado, cualquiera sea su forma de jurisdicción sobre la EFA, aporta sueldos de algunos maestros, y en este caso puntual, el costo de la energía eléctrica que poseen desde hace 2 años.
En ellas, los alumnos no solo cursan estudios generales, desarrollándose en tareas especialmente agrícolas. También viven durante la semana, dado que el ir y venir a sus casas, supone costos económicos imposibles para ellos amén de las enormes dificultades que implican las distancias, o las condiciones generalmente inhóspitas en que viven.
Casas de barro con techos de paja que son normales criaderos de insectos (vinchuca, dengue), montes incultos con gran variedad de alimañas, son la razón de que existan estas Escuelas ya que significan un ámbito mas saludable para el crecimiento de un chico.
En el caso de “Arandú Roga”, la situación es la siguiente: ubicada en el paraje llamado Cañaditas, partido de Sauce, en el sur de Corrientes, se encuentra a 30 kilómetros de la ciudad cabecera por el único camino existente, que es de tierra, y cuenta con un solo transporte por día para llegar al pueblo. Ese transporte, tiene su parada a unos 3000 mts de esta escuela, lo que se hace particularmente complicado desde fines del otoño hasta mediados de la primavera, pues las frecuentes lluvias hacen absolutamente intransitable cualquier sendero, por lo arcilloso del terreno.
Fundada hace 7 años, nunca recibió apoyo alguno, con la sola excepción de una malograda experiencia con la Fundación Antorchas, que hace unos años aportó la primer partida de un dinero que fue “desviado” por personas que hace tiempo no son vistas en la zona, pero que motivaron el cese del apoyo que brindaba esa fundación por cuanto no se pudo demostrar que el dinero enviado, había sido correctamente utilizado.
Desde entonces, “Arandú Roga” se abastece con el apoyo de los habitantes de Cañaditas apoyo que consta de $15.- mensuales en mercaderías comestibles, mas…lo que se consigue.
Llevando todo aquellos que obtuvimos vía donaciones de muchas personas, empresas e instituciones llegamos a la escuela el 1° de junio de 2007, para encontramos con:
1- Las instalaciones, interrumpidas por lo comentado antes, constan de tres pabellones techados con chapa de zinc, uno de los cuales tiene ventanas sin vidrios y cuyo suelo es un estropeado contrapiso, que es donde duermen, comen y estudian alumnos y maestros, otro que solo tiene tres paredes edificadas y que se usa como salón de actos, y un tercero que no tiene paredes, en cuyo centro se alzan los baños, que no son utilizables, ya que las personas mencionadas anteriormente no hicieron los desagotes pertinentes. Esta cuestión, se ha resuelto no hace mucho, con la elevación de un único excusado, distante unos treinta metros del aula-comedor-dormitorio y que, por cierto, carece de puerta.
2- En el pabellón aula-comedor-dormitorio, la divisoria entre las distintas “áreas” asignadas a estudiar, comer y dormir es un magro tabique de madera, y entre el fin de la pared y el techo, hay unos 15 cm que no tienen defensa alguna contra el viento, la lluvia, el calor y/o los insectos.
3- El mobiliario consta de unas cuantas camas tipo cuchetas mas unas ocho camas simples, todas ellas con viejos colchones de espuma de goma de no mas de 10 cm de altura y ya sin funda, y cubiertas con una manta cada una, la carcaza de una heladera antigua que hace las veces de ropero-guardazapatos, una pequeña estantería metálica en la que estaban todos los libros y útiles de que disponían, una mesa improvisada con dos tablones, unos cuantos bancos de madera y un pizarrón.
4- No encontramos cocinas, calefones ni estufas ni nada para calentar nada. Luego comprobamos que cocinan haciendo fogatas en el patio con la leña que recogen en los montes circundantes. De la misma manera, obtienen agua para el aseo personal. Y debemos agregar, que de todos modos, se observaba una higiene notable, lo que sorprende porque donde se “bañan” tampoco hay puertas.
5- Lo más sorprendente, es el entusiasmo con que se dedican alumnos y maestros tanto a la huerta, de donde, además de aprender, obtienen recursos que utilizan en su alimentación. Igual caso se ve en la crianza de animales. De todos modos esto no cubre las necesidades básicas del grupo.
Llegamos el 1 de junio, y fuimos recibidos con un cariño que no es expresable mas que a través de las fotos, con una fiesta en la que cada uno de ellos, así como sus padres que vinieron a caballo desde lejos en muchos casos, puso lo mejor de si. Con un equipo de sonido prestado, nosotros cantamos, un maestro cantó, incluso uno de los alumnos, mostró tanto su canto como la habilidad en el acordeón que desarrolló con instrumentos prestados en las clases de música y arte de esa misma escuela.
Fue una fiesta y fue maravillosa, pero ni siquiera la inmensa alegría que se vivió alcanza para tapar los mil agujeros que aún quedan por tapar.
Para eso, se necesita su mano…