lunes, 26 de noviembre de 2007


Estimados benefactores:

Se acercan las fiestas y, con ellas, el espíritu navideño que nos hermana, la sensación de “año nuevo, vida nueva”, las caras sonrientes de los niños, los tíos y abuelos disfrazados de Papá Noel, los vecinos brindando en las veredas, los zapatitos al borde de la cama…

En este marco, el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural vuelve a tender sus brazos buscando a quienes siempre se acuerdan de sus semejantes y, día a día, nos “ayudan a ayudar” a los docentes y a las familias que hacen Escuela en los rincones más alejados de la Patria.

Habitualmente, desde hace más de dos años, venimos trabajando en las escuelas rurales del país, llevando donaciones consistentes en útiles escolares, computadoras, impresoras, equipos de música, ropa, calzado, libros....

Paralelamente, se acercan a las escuelas los móviles odontológicos de Osprera, equipados con instrumental de última generación, cuyo objetivo fundamental es el mantenimiento de la salud bucal de la población rural, y está principalmente dirigido a la atención de los niños en edad escolar.

En esta ocasión, solicitamos a los benefactores que así lo deseen que nos acerquen juguetes nuevos o usados en buen estado, para poder repartir en las comunidades educativas rurales con motivo de las celebraciones de Navidad, Año Nuevo y Reyes.

Esta nueva campaña cuenta con el apoyo y el impulso de la UATRE-OSPRERA - FUNDATRE, que vive por y para esos hermanos rurales, que trabajan en todos los rincones del país, en zonas muchas veces desfavorecidas por las condiciones naturales, sociales y culturales.

Agradecemos desde ya a las empresas y a los individuos que, con poco o con mucho, suman su granito de arena en la construcción de una sociedad cada vez más justa, cada vez más libre, cada vez más soberana. Porque regalar un juguete no es una cuestión menor… no es “cosa de niños”: es hacernos cargo, como adultos, de nuestra responsabilidad de observar a los pequeños y atender sus necesidades, incluidas las de recibir amor y ser felices.

¡Felices fiestas para todos!

lunes, 19 de noviembre de 2007

Uatre y Osprera colabora con escuelas rurales (provisión de donaciones y atención en salud). No apadrina escuelas rurales.

Buenos Aires, 17 nov (EFE).- Unas 4.000 escuelas rurales de Argentina están en una situación de emergencia nutricional por "la falta de condiciones aptas" para atender a los niños, agravadas por la escasez de "asistencia sanitaria y ayuda estatal", según un estudio divulgado hoy.

El informe, elaborado por la Asociación Civil de Padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales (Apaer), denunció el "alerta rojo nutricional" en unos 4.000 establecimientos alejados de las grandes urbes, de los 13.200 que existen en el país

Según la titular de Apaer, María Noemí Delellis de Arbetman, hay gobiernos provinciales que destinan una partida de dinero "escasa" para la alimentación diaria de los alumnos


En Misiones, situada en el extremo norte argentino, el gobierno destina 0,29 pesos (0,09 dólares) diarios, mientras que la administración de Chaco aporta 0,50 pesos (0,16 dólares), detalló la presidenta de la entidad


En esta última provincia, ubicada en el norte del país, unos 19 indígenas murieron en los últimos meses por causas derivadas de la desnutrición


Delellis de Arbetman indicó que en gran parte de los casos la comida que reciben los alumnos en los comedores de las escuelas "es la única alimentación diaria de los chicos"


El estudio contó, además, con los testimonios de los docentes de estas escuelas, quienes advirtieron sobre "la desnutrición infantil" existente


"El estado nutricional es extremadamente bajo. Y esto influye en el proceso de enseñanza-aprendizaje, así como en la salud. De cada 10 embarazos, se registran solamente dos o tres nacimientos. Sin una alimentación racional no hay salud", sostuvo un maestro de un colegio de la provincia de Chaco. EFE ms/lb


jueves, 8 de noviembre de 2007

El trabajo rural de los Adolescentes en el Extremo Austral de la Yunga

La historia de Jorge

¿Qué es la Yunga?
Al este de Catamarca se encuentra el Departamento Santa Rosa que tiene dos intendencias: la del Bañado de Ovanta, al este y la de Los Altos, al oeste. En esta última intendencia hay dos pequeños pueblos llamados Manantiales y Alijilán que, en conjunto, no llegan a 2500 habitantes. En Alijilán culmina la selva Tucumano Oranense, más conocida como La Yunga. Como el clima es subtropical serrano con estación seca, tienen condiciones aptas para el cultivo de hortalizas, cítricos, frutas tropicales, tabaco, soja, cereales y oleaginosas.

En las localidades de Manantiales y Aliján las familias que trabajan en tareas rurales no alcanzan un mínimo nivel de subsistencia. El 40% no tiene una alimentación adecuada, ni prestaciones de salud y habitan viviendas con más de tres personas por cuarto. Esto hace que los jóvenes, desde adolescentes, deban salir a trabajar. Y tienen distintos oficios. Algunos trabajan en albañilería, otros en comercios, las chicas como niñeras. Pero la gran mayoría, varones y mujeres, trabajan en actividades agrícolas en los cercos. Allí realizan tareas de riego, siembra, transplantes, aporques, abonados, desmalezados, pulverizaciones a mochila y cosecha manual. También en el cuidado de animales vacunos.

Jorge, un adolescente de La Yunga
Jorge Aguilar es un adolescente de 17 años que vive en la localidad de Manantiales, a 90 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca. No tiene madre. Vive con sus hermanos y su padre, que trabaja por jornal de acuerdo a la cosecha de estación de la zona: chaucha, cebolla, papa, citrus, tabaco. No tienen obra social. Y reciben la caja Pro-Familia, una vez al mes.
Jorge cursa el segundo año del Polimodal pero trabaja, al igual que muchos adolescentes de su localidad y del departamento de Santa Rosa.

Jorge, ¿Desde qué edad vos trabajas?
Desde hace nueve años tuve que salir a trabajar por necesidad, para vestirme, para poder ir a la escuela que está a cinco kilómetros de mi pueblo y también para solventar los gastos de mi familia.

¿Lo que te pagan te alcanza para cubrir los gastos de alimentación?
Me pagan veinte pesos por día. Pero no trabajo todo el año. Trabajo los fines de semana y, a veces, durante la semana, de acuerdo a la época de la cosecha o a mis necesidades. No alcanza, pero tratamos de hacer una sola comida por día, un puchero o salchichas con huevo o sopa. A la mañana tomo mate cocido y a la tarde, si alcanza, también mate cocido. Lo más caro es la carne, así que tratamos de consumirla poco. La leche y las frutas no las conocemos. Lo que me salva algunas veces en el trabajo, es cuando cosechamos algunas verduras y frutas, como naranjas y mandarinas, que puedo llevar a la casa.

¿Cómo haces para comprar los medicamentos cuando te enfermas?
Mira, no tengo muchos problemas de salud aunque la gripe y los resfríos me persiguen mucho. Algunas veces se me complica con los bronquios, pero lo soluciono yo solo. Me curo con plantas. Utilizo molle, llantén y cáscara de guayacán, que es para los dolores de estómago. Porque cuando tenemos sed, mientras estamos cosechando naranjas y mandarinas, las tomamos calientes. Esto nos produce diarreas y retorcijones. Nosotros los varones la pasamos mejor que las mujeres. Ellas tienen problemas de cistitis por el calor. Utilizan malva y cola de caballo, pero no sé para qué. Cuando no me puedo curar hago dos o tres kilómetros para ir a la Posta Sanitaria, en donde me dan remedios gratuitos, si hay.
¿En la escuela saben que trabajas?
Algunos profesores sí, otros no. No nos apoyan, pero sí justifican las faltas a veces. Trato de estudiar en los tiempos libres para aprobar las materias, así no quedo de curso. Se debería crear un plan específico para los que trabajamos. Así se incentivaría el estudio.
¿Qué haces en los tiempos libres?
A veces juego a la pelota o ando en bicicleta. Se fuma y también se toma. En el pueblo fumar y tomar bebidas alcohólicas es un vicio muy común entre nosotros y también entre los grandes. No hay mucha diversión.
¿A todos los jóvenes les ocurre lo mismo que a vos?
Lo que me sucede a mí es lo que le sucede a la mayoría de los que trabajan como yo. Pero a mis amigas y compañeras se les suma otro problema como el embarazo en las jóvenes (él lo llama así al embarazo precoz).
En la actualidad no existe a nivel provincial, ni a nivel municipal un plan de asistencia para los adolescentes que trabajan, aunque la legislación sobre la prohibición del trabajo adolescente establecida en el Protocolo de Intención para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil firmado este año, establece como objetivo poner en marcha planes, programas y proyectos contra la toma de mano de obra infantil. Sí hay un programa que protege a chicos desnutridos hasta los 14 años.
La directora del Mini Hospital Dr. René Hilario Jaimez, ubicado en la localidad de Alijilán, explica que los trabajadores adolescentes rurales de Alijilán y Manantiales sufren enfermedades características del trabajo que realizan y la mala alimentación. “La enfermedad más común - nos explicó la doctora- es la hipoglucemia, que se da debido a la falta de azúcar. Los jóvenes consumen mucha agua por los calores que sufren en el cerco, lo que origina la eliminación de sales y azúcares. También ocurre lo contrario, es decir, no orinan por trabajar y esto les provoca problemas renales. Una buena alimentación evitaría las enfermedades que sufren estos adolescentes trabajadores”.

La otra cara de la moneda: los que dan trabajo
Son varios los productores que dan trabajo a los adolescentes en sus parcelas de tierra. Es común que familias enteras se trasladen de una provincia a la otra para la cosecha de la caña de azúcar, el limón, la naranja, el tabaco y los arándanos entre otras. Ellos son los trabajadores golondrinas.
Cuando llegan a las localidades de Manantiales y Alijilán, los hijos de estos trabajadores, en especial los adolescentes, trabajan junto a sus padres en tareas más livianas como machetear bajo los naranjos, desmalezar a mano los almácigos o regarlos.

Don Luis, un productor de la zona nos contó que “yo podría no darles trabajo, pero nosotros los productores somos concientes de que necesitan ganar dinero para cubrir las necesidades básicas que tienen. Pero a la vez nos damos cuenta que no se educan porque no tienen tiempo de concurrir a la escuela”. Don Napoleón coincide con Don Luis con respecto a la necesidad de dar trabajo a los jóvenes, pero advierte: “Los chicos de Manantiales y Alijilán deciden trabajar para ayudar a sus padres y para poder adquirir lo que necesitan -ropa, alimentación. Pero no tan sólo lo hacen en las parcelas y cuidando animales, sino también como cadetes de los comercios o como niñeras”.
Los productores argumentan que si no emplean a estos adolescentes -que se ven forzados a trabajar- “los chicos sufrirían carencias de todo tipo, porque lo que un padre de familia trabajador rural gana, no alcanza para cubrir la canasta de alimentos. Están prácticamente en la pobreza.” Por eso -dicen- les dan tareas livianas y en horarios que nos los afecten tanto las temperaturas. Comentan que evitan darles las pesadas mochilas cargadas de herbicidas para no dañarles las espaldas y para evitar cualquier tipo de accidente o intoxicaciones. Consideran que no es justo que estos adolescentes tengan que trabajar, pero negarle un trabajo, es negarles un sustento para ellos y sus familias.

Volvimos a Jorge, que nos dijo:
-Jorge, ¿piensas que es justo que un adolescente trabaje?
No, porque es ilegal. Deberían crear más fuentes de trabajo para nuestros padres y con buenos sueldos, así los chicos no tendríamos que salir a trabajar. Nosotros tenemos que elegir entre morirnos de hambre o trabajar para vivir. Además, como trabajamos, no podemos hacer las mismas cosas que los chicos que no trabajan. Ellos se divierten, juegan a la pelota. Nosotros, en cambio, no.

Menores que trabajan y no estudian

Semanas atrás, fueron distribuidos en la sede del Ministerio de Educación de la Nación los premios del certamen escolar denominado "Periodistas por un día", en el cual participaron alumnos de la enseñanza media. En esas circunstancias, Matías Cabrera, estudiante catamarqueño premiado por una investigación realizada en colaboración con José Ledesma y titulada "Trabajo rural de los adolescentes en el extremo austral de la yunga", planteó el problema de los menores que quieren estudiar y no pueden hacerlo porque deben trabajar en el medio rural, en condiciones tales que les impiden acceder a la escuela.

Este inconveniente se torna mucho más preocupante por el hecho de que la existencia de niños que trabajan a pesar de que están por debajo de la edad mínima de la admisión en el empleo crece en todo el mundo, en especial en el campo de la agricultura, que en todo el planeta involucra a 132 millones de menores de 14 años. Aquí, en el país, el porcentaje de menores de 17 años que trabaja es mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Otro dato no menos significativo es que en el campo trabaja el 35,5 por ciento de los adolescentes.

El ministro Daniel Filmus acogió la iniciativa con simpatía, dijo que desconocía por qué no se cumplían los programas de asistencia existentes y prometió ocuparse del tema.

Las palabras del joven alumno fueron oportunas y atinadas al plantear un justo llamado de atención sobre un flanco de la realidad de nuestra enseñanza distante de la equidad de oportunidades educativas, principio tantas veces proclamado, pero sólo parcialmente atendido, pese a estar reafirmado por la ley 26.061, de protección integral de la minoridad. Asimismo, la existencia de un gran número de menores de edad que trabajan y por ello no estudian choca con las políticas de erradicación del trabajo infantil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a las cuales ha adherido la Argentina.

Por otra parte, la norma actualmente vigente en el área educativa, en su capítulo dedicado a la enseñanza rural, garantiza el cumplimiento de la educación obligatoria y enuncia los diseños institucionales adecuados para que los alumnos de esas regiones más castigadas por las deficientes condiciones de vida puedan mantener su vinculación con la familia y su medio de pertenencia mientras estudian. A la vez, alienta el desarrollo de modelos de organización escolar flexibles, o sea, aptos para resolver sin mayores dilaciones las diversas y complejas situaciones que se suelen presentar en las diversas clases de ámbito rural existentes en la Argentina.

Ciertamente, mucho hay que hacer en esta área educativa. En 2004 eran 342 las escuelas rurales, con una distribución desigual en la cual la provincia de Buenos Aires contaba con el mayor número (81), seguida por Santa Fe (48) y Entre Ríos (25). En tanto, Santa Cruz (1), Tierra del Fuego (1), Neuquén (3), Formosa (4) y Catamarca (5) tenían el menor número. Asimismo, hay diversidad de modelos escolares, con variadas denominaciones, ya sea en el ámbito oficial o privado.

Esta modalidad de la enseñanza, iniciada tempranamente en nuestro territorio en 1823, ha padecido las consecuencias de políticas erráticas que no respondieron satisfactoriamente a las necesidades de la población ni a los objetivos formativos de un país con tanta riqueza agropecuaria. Para agravar esa situación, en la década del 90, la reforma educativa promovida por la ley federal que ahora caducó produjo el impacto adverso de marginar la educación técnica y la agropecuaria, daños reparados sólo de modo formal por la actual normativa.
De ahí que las palabras del joven investigador premiado permiten apreciar el vacío en que se encuentran muchos menores, al margen de las oportunidades que la sociedad les promete y debe ofrecerles concretamente.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

DOS BRAZOS SOLIDARIOS, UN MISMO DESTINO

APOYO A LA EDUCACIÓN RURAL Y LA SALUD BUCAL DE OSPRERA:


DOS BRAZOS SOLIDARIOS, UN MISMO DESTINO


Por la doctora Bibiana Mónica Ruibal


Desde hace más de dos años, el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural viene trabajando en todo el país, llevando donaciones consistentes en útiles escolares, computadoras, impresoras, equipos de música, ropa, calzado, libros.... Paralelamente, se acercan a las escuelas rurales los móviles odontológicos de Osprera, equipados con instrumental de última generación, cuyo objetivo fundamental es el mantenimiento de la salud bucal de la población, y está principalmente dirigido a la atención de los niños en edad escolar.


El Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural --de cuya coordinación estoy a cargo-- ve cumplida su misión cuando deja instalada dentro de la escuela una biblioteca, cuando queda montada una huerta, instalado un equipo de música, una computadora, una sala de juegos didácticos y de diversión, un ropero comunitario, un taller de costura...


En lo que respecta a “su par”, el Programa de Salud Bucal de Osprera ve cumplido su objetivo cuando informa sobre la importancia de contar con buena salud bucal, que permite a la población mantener y conservar los dientes naturales. Es importante destacar que esta iniciativa no tiene precedentes en la historia de las instituciones del sector Salud en la Argentina. Nació como una necesidad de Osprera de acercar las prestaciones odontológicas a sus beneficiarios, favoreciendo su accesibilidad, y hoy está destinado a niños en edad escolar de todas las provincias de la Argentina.



El destino elegido para implementar el Programa de Salud Bucal es precisamente las escuelas rurales, al igual que el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural, que provee de donaciones para evitar la deserción escolar, el analfabetismo y el trabajo infantil, y para, de esta forma, ofrecer las mismas oportunidades a los niños que asisten a escuelas rurales que las que tienen los que asisten a escuelas urbanas.


Junto con los móviles odontológicos de Osprera, el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural lleva asesoramiento que va desde cómo podrían los alumnos tener mejor salud bucal y educación, o cómo mejorar la infraestructura de las escuelas para tener una mejor calidad de vida, hasta la información sobre las ventajas que tienen los trabajadores rurales y sus familias de estar afiliados al gremio de Uatre y a la Obra Social Osprera, y de contar con una Libreta de Trabajo que se la provee el Renatre.


Pero no todo es “dar”; también es necesario mencionar todo lo que, después de permanecer varios días con el móvil odontológico de Osprera, nos llevamos de nuestros beneficiarios cuando regresamos a Capital Federal.

Quienes integramos el Programa traemos el cariño y el agradecimiento de niños, de padres, del cuerpo docente y de la población en general, quienes nos manifiestan que a partir de nuestra visita saben que no están solos, que pueden contar con nuestra Organización Gremial Uatre, con Osprera, con Fundatre y con Renatre. Y, sobre todo, agradecen a nuestro Secretario General de Uatre y Presidente de la Obra Social Osprera, compañero Gerónimo Venegas, que con su actitud solidaria y generosa, mejoran la situación individual de los niños y jóvenes pero, también, la de sus familias y entorno social”.


En efecto, las localidades a las que el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural y el Programa de Salud Bucal estan dirigidos son pequeñas, son lejanas...pero son sanas, trabajadoras, vitales: estan ávidas de información, de educación, de salud, de cultura, de desarrollo.


Nota de la redacción: para ponerse en contacto con la doctora Bibiana Mónica Ruibal o pedir más información sobre los mencionados Programas, dirigirse a la "Secretaría de Acción Social de Osprera", Reconquista 630, 3º Piso, (1003) Capital Federal, tel: (011) 4313-6275, www.uatre.org.ar , www.osprera.org.ar (Programas y Campañas) o http://delauatre-ospreraalasescuelasrurales.blogspot.com

Fotos tomadas por el Cro.Eduardo Castillo

Servicios de Atención al Beneficiario

OSPRERA - Formosa


eduardo.castillo@osprera.org.ar