San Juan, un mundo sin agua pero con vides, con acequias primitivas y represas de última generación; con gran potencial turístico y escuelas rurales.
Hay un tiempo para todo
Hay un tiempo para todo y un momento
bajo el cielo para hacer cada cosa:
hay un tiempo de nacer y otro de morir;
un tiempo para plantar
y un tiempo para cosechar.
Eclesiastés 3, 1-8
San Juan y Mendoza, dos provincias cuyanas, recias y secas, áridas y heroicas en su busca de agua. Cuyo. En mapuche, país de arena. San Juan es la provincia argentina con mayor déficit acuífero. En San Juan encontramos el tigre y el algarrobo en “Facundo”, el formidable libro de Sarmiento.
Nadie mejor que la mujer y el hombre sanjuanino saben de la encíclica bíblica “Hay un tiempo para todo”, ellos que habitan una tierra escasa en agua, pero pródiga en frutos cuando se la sabe aprovechar. Los sanjuaninos provienen de los huarpes que habitaron el sur de la provincia, sedentarios y refinados sembradores que derrotaban la avaricia de la tierra con una ingeniosa red de “acequias” que llevaba el agua de deshielo hasta los cultivos, caracterizados por su habilidad en el rastreo y la manera de trenzar la totora. Son descendientes también de los olongastas, que habitaban el noreste, pueblo recolector y cazador, y de los capayanes, que ocupaban el valle de Jáchal, que vivían en casas de adobe con techo de paja y practicaban la agricultura con riego artificial; además fueron tejedores y conocían la técnica del almacenaje de alimentos en graneros subterráneos. La población sanjuanina actual conserva esas costumbres, y esos saberes que hacen a su forma de vida incluso puede observarse las casas de adobe revestidas en materiales.
El paisaje sanjuanino posee canales revestidos para reducir al mínimo las pérdidas de agua por infiltración. Posee extensos viñedos, cultivos de almendras, olivos, frutas y hortalizas, posee además una minería inestable aún porque no alcanza el rango de gran minería, lo que no condice con la gran riqueza potencial que encierran la Cordillera (cobre) y la Pre-cordillera. El monocultivo debilita la economía, sobre todo porque la producción está destinada principalmente al mercado interno. La situación podría superarse con la conquista de mercados externos.
Hay un tiempo para todo
Hay un tiempo para todo y un momento
bajo el cielo para hacer cada cosa:
hay un tiempo de nacer y otro de morir;
un tiempo para plantar
y un tiempo para cosechar.
Eclesiastés 3, 1-8
San Juan y Mendoza, dos provincias cuyanas, recias y secas, áridas y heroicas en su busca de agua. Cuyo. En mapuche, país de arena. San Juan es la provincia argentina con mayor déficit acuífero. En San Juan encontramos el tigre y el algarrobo en “Facundo”, el formidable libro de Sarmiento.
Nadie mejor que la mujer y el hombre sanjuanino saben de la encíclica bíblica “Hay un tiempo para todo”, ellos que habitan una tierra escasa en agua, pero pródiga en frutos cuando se la sabe aprovechar. Los sanjuaninos provienen de los huarpes que habitaron el sur de la provincia, sedentarios y refinados sembradores que derrotaban la avaricia de la tierra con una ingeniosa red de “acequias” que llevaba el agua de deshielo hasta los cultivos, caracterizados por su habilidad en el rastreo y la manera de trenzar la totora. Son descendientes también de los olongastas, que habitaban el noreste, pueblo recolector y cazador, y de los capayanes, que ocupaban el valle de Jáchal, que vivían en casas de adobe con techo de paja y practicaban la agricultura con riego artificial; además fueron tejedores y conocían la técnica del almacenaje de alimentos en graneros subterráneos. La población sanjuanina actual conserva esas costumbres, y esos saberes que hacen a su forma de vida incluso puede observarse las casas de adobe revestidas en materiales.
El paisaje sanjuanino posee canales revestidos para reducir al mínimo las pérdidas de agua por infiltración. Posee extensos viñedos, cultivos de almendras, olivos, frutas y hortalizas, posee además una minería inestable aún porque no alcanza el rango de gran minería, lo que no condice con la gran riqueza potencial que encierran la Cordillera (cobre) y la Pre-cordillera. El monocultivo debilita la economía, sobre todo porque la producción está destinada principalmente al mercado interno. La situación podría superarse con la conquista de mercados externos.
Aprovechar cada gota de agua
La aseveración de que San Juan es producto de su río es una realidad tangible cuando se observa la localización de los centros urbanos a lo largo de las fuentes acuíferas. El hombre sanjuanino intenta captar el agua en lugares apropiados, buscando nuevos métodos de aprovechar y racionar el agua para utilizarlo en sus zonas cultivables por medio de canales y diques. En San Juan, los campos de cultivo se encuentran inmersos prácticamente en el tejido urbano.
En la provincia se destacan los siguientes oasis: Tulum o San Juan, Jáchal (los dos más fértiles), Valle Fértil, Iglesia y Calingasta. Podría decirse que un alto porcentaje de la superficie del territorio de San Juan se encuentra débilmente integrado a causa de la escasez del recurso hídrico. Además, existe una excesiva dependencia de la vitivinicultura que responde al propósito de lograr cuantiosos rendimientos, enfrentada a problemas diversos y a repetidas crisis cíclicas ocasionadas por la falta de valor en el mercado de la uva y su manufactura, el vino.
En la provincia se destacan los siguientes oasis: Tulum o San Juan, Jáchal (los dos más fértiles), Valle Fértil, Iglesia y Calingasta. Podría decirse que un alto porcentaje de la superficie del territorio de San Juan se encuentra débilmente integrado a causa de la escasez del recurso hídrico. Además, existe una excesiva dependencia de la vitivinicultura que responde al propósito de lograr cuantiosos rendimientos, enfrentada a problemas diversos y a repetidas crisis cíclicas ocasionadas por la falta de valor en el mercado de la uva y su manufactura, el vino.
El camino del vino
La Ruta 40 puede merecer diversos calificativos y superlativos: la carretera más larga del país, la que da acceso al mayor número de parques y reservas naturales, la que trepa a mayor altura o también la vía de las 30 latitudes. Este trazado que bordea el piedemonte oriental de los Andes merece ser conocido también por el acertado nombre de Camino del Vino.
En este aspecto, la Ruta 40 es única: desde la remota Cachi en el Valle Calchaquí superior (Salta, en el mojón 1209) hasta el kilómetro 805 del tramo Sur (en el cruce del río Agrio que alimenta el río Negro), esta carretera atraviesa o bordea cientos de cultivos de varietales, que dan origen reconocido a muchos de los vinos más exquisitos que se producen en el mundo. Esto obedece al hecho de que por correr paralelo al macizo andino en un terreno arenoso y arcilloso, de poco humus pero buen drenaje debido a su inclinación natural, constituye para la viticultura el suelo más favorable que pueda imaginarse. Al suelo ideal y la adecuada exposición a la radiación solar como premisa básica para el desarrollo de las uvas, se agrega un tercer factor: la virtual ausencia de lluvias en toda esta región, que asegura mostos de calidad pareja. Milagro de la naturaleza, la coincidencia entre la etapa de desarrollo de las vides y el deshielo estival, cuyo líquido se recoge en acequias, permite regar los cuadros con la cantidad exactamente requerida.
Extensas plantaciones de vides han sido creadas gracias al agua de riego del río San Juan, en los alrededores de la capital de la provincia de San Juan. Por estas latitudes, es posible adquirir, en bodegas familiares, licores tales como el vino patero y el mistela. La localidad de Pocito se encuentra muy cerca de la Ruta 40, que adquiere su carácter de ruta del vino en Cachi en el valle superior, en Salta. Por esta ruta se transportará gran parte de las uvas y sus jugos que se producen en Pocito, tanto para la elaboración del vino como para el deleite del consumidor que aprecie esos excelentes néctares de oro y rubí.
Campos de vides, hortalizas y olivares dan colorido al paisaje otoñal de Pocito en “Semana Santa”: alamedas, eucaliptos, sauces centenarios, añejos olivares, las plantaciones de manzanas y vides, una estampa perfecta de esta bella provincia.
En este aspecto, la Ruta 40 es única: desde la remota Cachi en el Valle Calchaquí superior (Salta, en el mojón 1209) hasta el kilómetro 805 del tramo Sur (en el cruce del río Agrio que alimenta el río Negro), esta carretera atraviesa o bordea cientos de cultivos de varietales, que dan origen reconocido a muchos de los vinos más exquisitos que se producen en el mundo. Esto obedece al hecho de que por correr paralelo al macizo andino en un terreno arenoso y arcilloso, de poco humus pero buen drenaje debido a su inclinación natural, constituye para la viticultura el suelo más favorable que pueda imaginarse. Al suelo ideal y la adecuada exposición a la radiación solar como premisa básica para el desarrollo de las uvas, se agrega un tercer factor: la virtual ausencia de lluvias en toda esta región, que asegura mostos de calidad pareja. Milagro de la naturaleza, la coincidencia entre la etapa de desarrollo de las vides y el deshielo estival, cuyo líquido se recoge en acequias, permite regar los cuadros con la cantidad exactamente requerida.
Extensas plantaciones de vides han sido creadas gracias al agua de riego del río San Juan, en los alrededores de la capital de la provincia de San Juan. Por estas latitudes, es posible adquirir, en bodegas familiares, licores tales como el vino patero y el mistela. La localidad de Pocito se encuentra muy cerca de la Ruta 40, que adquiere su carácter de ruta del vino en Cachi en el valle superior, en Salta. Por esta ruta se transportará gran parte de las uvas y sus jugos que se producen en Pocito, tanto para la elaboración del vino como para el deleite del consumidor que aprecie esos excelentes néctares de oro y rubí.
Campos de vides, hortalizas y olivares dan colorido al paisaje otoñal de Pocito en “Semana Santa”: alamedas, eucaliptos, sauces centenarios, añejos olivares, las plantaciones de manzanas y vides, una estampa perfecta de esta bella provincia.
Aprender en la cordillera
Con el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural (PACER) de OSPRERA, visitamos la escuela “San José de Calasanz”, llevando donaciones para sus 150 alumnos que estudian en las salas de 4 y 5 años y nivel primario. La mayoría de los alumnos son hijos de trabajadores rurales, de productores pequeños de padres que viven de planes sociales. Las mujeres se ocupan de las tareas de sus casas y del trabajo doméstico en casas de familia; algunas se dedican a las artesanías y a los tejidos al telar, vendiendo su producción por su cuenta. La mayoría de las parejas tienen entre 8 y 9 hijos cada una.
El establecimiento está ubicado en el Distrito Quinto Cuartel del Departamento Pocito, a 15 kilómetros al sur de la ciudad de San Juan. Es un valle muy productivo, pero el sistema educativo de la zona sufre una alta tasa de abandono escolar por tratarse de una zona semirural y porque la calidad educativa es deficitaria. Los habitantes no posen formación tecnológica ni agropecuaria, pese a que la actividad agropecuaria es la más productiva de la zona.
La Sra. Directora, Gloria Sánchez, agradeció profundamente a UATRE y a OSPRERA la entrega de útiles escolares, calzado, ropa, juguetes y libros, de los que los niños carecen, ya que sus padres no tienen trabajo en el campo hasta el mes de noviembre, cuando empieza nuevamente la cosecha. Las familias deben pasar el invierno con lo que han juntado durante el año o con alimentos que hayan podido envasar para estos meses tan largos y de limitación económica. “Hay un tiempo para todo y un momento bajo el cielo para hacer cada cosa”; esperemos que para los niños termine pronto este tiempo de penurias, y comience el tiempo de recolectar.
El establecimiento está ubicado en el Distrito Quinto Cuartel del Departamento Pocito, a 15 kilómetros al sur de la ciudad de San Juan. Es un valle muy productivo, pero el sistema educativo de la zona sufre una alta tasa de abandono escolar por tratarse de una zona semirural y porque la calidad educativa es deficitaria. Los habitantes no posen formación tecnológica ni agropecuaria, pese a que la actividad agropecuaria es la más productiva de la zona.
La Sra. Directora, Gloria Sánchez, agradeció profundamente a UATRE y a OSPRERA la entrega de útiles escolares, calzado, ropa, juguetes y libros, de los que los niños carecen, ya que sus padres no tienen trabajo en el campo hasta el mes de noviembre, cuando empieza nuevamente la cosecha. Las familias deben pasar el invierno con lo que han juntado durante el año o con alimentos que hayan podido envasar para estos meses tan largos y de limitación económica. “Hay un tiempo para todo y un momento bajo el cielo para hacer cada cosa”; esperemos que para los niños termine pronto este tiempo de penurias, y comience el tiempo de recolectar.
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