La Escuela Rural Nº 6243 “Gustavo Martinez
Zuviría” pertenece a Ogilvie, en Santa Fe, que en otra época fue un “Pueblo
Forestal” creado por compañías como “La Forestal” y otras. Las empresas
fundaban los pueblos y proveían de trabajo a sus pobladores en la explotación
del quebracho colorado, que se utilizaba para la extracción del tanino. Lo
llamaban “la Ruta del Tanino”.
La Compañía Forestal del Chaco fue la
predecesora; se transformó en un símbolo, según a quién se le preguntara, de
explotación y corrupción, de progreso y bienestar, de opresión e injusticia, o
de adelanto y prosperidad. No era extraño que los visitantes se llevaran una
impresión de progreso y desarrollo, observando la existencia de poblaciones que
se erguían en el medio de los montes de quebracho con comodidades y servicios,
cuando la mayoría de los habitantes de la capital provincial de Santa Fe aun no
tenían.
Este estado de bienestar tenía su contrapunto en
los obrajeros, hombres rudos y acostumbrados al trabajo, asentados en los montes
quebrachales; estos eran los encargados de cortar, pelar y luego acarrear los
troncos (que llegaban a pesar hasta seis toneladas) hasta las vías del
ferrocarril propio de la empresa.
El esfuerzo y la voluntad de trabajo de estos
hombres, fueron los pilares fundamentales para que La Forestal creara su
imperio. El peón de monte, el “hachero”, era el que trabajaba de sol a sol, sin
horario para poder cubrir escasamente las necesidades de subsistencia y la de
su familia. Por todo esto decimos que las condiciones de vida en los obrajes
emplazados en los bosques distaban mucho de la de los empleados y obreros de
las fábricas de tanino.
Pero cuando La Forestal Argentina S.A. decidió
retirarse de Argentina, a partir del año 1938, cuando ya había agotado gran parte
de las reservas de quebracho, los obrajes se fueron cerrando paulatinamente,
quedando sus habitantes sin trabajo ni posibilidad de conseguirlo.
Los pueblos forestales se enfrentaron así a un
vertiginoso descenso poblacional y a la falta de trabajo, ya sin fábricas, ni
nuevas industrias. Los ferrocarriles de la empresa, que habían sido orgullo de
las comunicaciones en todo el norte de Santa Fe, fueron lentamente
desmontándose para vender sus rieles como hierro.
Tanto en la Escuela Rural Nº 6243 como en la
cercana localidad de Vera tuvimos la oportunidad de hablar con los pobladores
que recuerdan haber vivido o han escuchado hablar en reuniones familiares de La
Forestal. Costumbres, recuerdos, anécdotas y protagonismo de un lugar
emblemático, productivo, pueblos de lujo, donde había trabajo y contaban con
adelantos y comodidades, clubes, amigos, donde los pobladores tenían cultura de
trabajo y se las inculcaban a sus hijos y nietos.
Algunos recuerdan con mucha nostalgia a La
Forestal porque “tener un buen trabajo” era una distinción que los dignificaba
en la sociedad. Todo eso se perdió cuando La Forestal decidió irse.
Hoy, en muchos hogares rurales de Ogilvie, antes
forestales, solo existen los planes sociales en detrimento del trabajo diario y
de eso viven y sobreviven familias enteras, perdiéndose la dignidad y el
orgullo de poder llevar a sus hijos el pan ganado con su trabajo. Se perdió el
pequeño pueblo de casas bajas, de inconfundible estilo inglés, con calles de
tierra y antiguos edificios que dan cuenta de un pasado glorioso.
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