ASISTENCIA PERFECTA. HORACIO PERALTA Y SUS 12 ALUMNOS EN LA ESCUELA 174 DEL PARAJE LILEO, EN NEUQUEN.
El sueño cumplido del río, las montañas y la escuela rural
Desde que Horacio Peralta (41) era estudiante en Santa Fe soñaba con trabajar en una escuela rural en el Sur, donde pasara un río y se vieran las montañas. De ahí vino a recibir su mención de "Maestro Ilustre": de la Escuela 174, ubicada en el paraje Lileo, provincia de Neuquén, en plena Cordillera y a orillas del río Lileo.
Por quinto año consecutivo el Gobierno nacional premia hoy, para celebrar el "Día del Maestro", el trabajo diario frente al aula de un docente por jurisdicción. Peralta es algo más que eso: "Soy director, maestro y administrativo. Personal único".
A Neuquén llegó en 1992 y a la Escuela 174 en 2004. O lo que es lo mismo, a tres trailers de aluminio -donados por una petrolera allá lejos y hace tiempo-, distantes 500 kilómetros de Neuquén capital y 30 del límite con Chile. La casa más cercana está a 100 metros, el resto a cuatro y cinco kilómetros. De ahí vienen sus 12 alumnos a pie, en bici o a caballo. Sólo uno cruza el río con su abuela, la cocinera de la escuela.
Cuando Peralta llegó, hacía dos meses que los chicos no tenían clases y estaban migrando a escuelas albergues; escaseaban los libros; el baño eran los yuyos, y el piso de madera de los trailers empezaba a pudrirse. "Mi sueño de trabajar en una escuela rural tiene que ver con que está todo por hacerse", contó. Y lo hizo.
Se puso al frente del aula, recuperó la matrícula y gestionó, gestionó, gestionó. Hoy la escuela tiene biblioteca, baños de material, pisos nuevos y bastante más. Como una huerta de frutas y hortalizas "con sistema de riego a goteo" para abastecer el comedor, donde los chicos desayunan y almuerzan. Lo que sobra se vende a precios simbólicos.
No sólo está al frente del aula que dividió en tres. Claribel solita en jardín de infantes y el resto separado en dos ciclos: primero, segundo y tercer grado, por un lado, y quinto, sexto y séptimo, por otro. También dirige el taller de carpintería y la orquesta. "Soy profesor de piano y gestioné la compra de sikus, charangos, flautas... Hoy somos una orquesta de 12 músicos y un director".
Sobre la distinción, dijo: "Me cayeron dos lagrimones. Supongo que lo mismo le pasará a un actor con el Martín Fierro".