Las más de 10.000 escuelas de frontera de nuestro país no sólo deben sobreponerse a diario a las dificultades a que sus propias geografías las someten, sino que deben sufrir también el olvido que les dispensan los entes gubernamentales (abocados a otras cuestiones más expuestas) y la mayoría de la sociedad, que no ve como algo cercano este problema. Este día debe ser aprovechado para sembrar conciencia en los alumnos sobre esta problemática, y alimentar la virtud de la generosidad.
En la Argentina, hay millones de chicos que cada mañana viajan un promedio de 30 minutos en el micro escolar o en colectivos de línea para ir a la escuela. Otros tantos, se suben a su bicicleta o caminan unos 5 ó 10 minutos con el mismo objetivo. Algunos otros, quizás un poco más afortunados, se suben todavía un poco dormidos al auto de sus padres, que los llevan hasta el colegio.
En alguna de estas tres situaciones cuadra, seguramente, la realidad de la gran mayoría de los alumnos de nuestro país, donde la educación primaria es obligatoria, y suele impartirse en escuelas de jornada simple o de jornada completa.
Sin embargo, hay también otra realidad paralela, menos usual, menos conocida, pero igual de real: cientos de miles de niños argentinos concurren todos los días a diferentes tipos de escuelas no convencionales, como por ejemplo:
- Escuelas Hogares: Para niños en edad escolar pertenecientes a familias con graves problemas socio-económicos, que reciben educación integral en régimen de internado.
- Escuelas Hospitalarias: Destinadas a niños que permanecen internados en hospitales, para mantenerles la escolaridad.
- Escuelas Domiciliarias: Se dictan clases en hogares de niños y adolescentes con problemas físicos (transitorios o permanentes) que les impiden la concurrencia a la escuela.
- Escuelas de Frontera: Pertenecen a la jurisdicción provincial y su propósito es el desarrollo, promoción prioritaria e integración plena de esas jurisdicciones a la vida nacional, según establece la Ley Nº 19.524.
Escuela del Paraje Naranjito,
provincia de Corrientes
FOTO: Marcelo Gutiérrez
Precisamente, el "Día de las Escuelas de Frontera" fue instituido por medio del Decreto Nº 1531 del Poder Ejecutivo Nacional, en conmemoración del día de aprobación de la ley 19.524, sancionada el 14 de marzo de 1972 para proteger y desarrollar las escuelas en zonas y áreas de frontera.
A lo largo de las extensas fronteras de nuestro país (9.376 kilómetros) existen alrededor de 11.000 escuelitas (contemplando no sólo aquellas ubicadas estrictamente en zonas fronterizas, sino haciendo extensiva la consideración a un área un poco más amplia, incluyendo las llamadas escuelas rurales -que en todos los casos están alejadas de zonas urbanas-).
Estos establecimientos educativos suelen estar en zonas aisladas y de acceso un tanto complicado, y muchos de los alumnos que concurren a ellos deben recorrer enormes distancias, todos los días, para poder acceder a su educación básica.
En general, en las escuelas de frontera los niños están a cargo de un único maestro, y pasan allí todo el día, pues se les brinda además de la educación su alimentación básica, en muchos casos la única que pueden recibir.
Estas escuelas no podrían subsistir de no ser por la profunda vocación y el enorme cariño de los docentes, que no son sólo maestros sino también en muchos casos casi padres de sus alumnos, y se encargan de todas las tareas y necesidades de la vida en los establecimientos: comidas, vestimenta, útiles, mantenimiento, salud.
Las carencias y las dificultades son muchísimas, quizás demasiadas para lo que un ser humano medio, acostumbrado a las comodidades y facilidades de las grandes urbes, podría soportar. Pero gracias a estos miles de "héroes" que podemos encontrar a lo largo de todo nuestro país, hay muchos chicos que aún pueden soñar con forjarse un futuro mejor para ellos y sus familias.
Aun en sus precarias condiciones de infraestructura, alimentación y sanidad, los chicos aprenden no sólo a leer, escribir o sumar, sino también a trabajar la tierra o criar animales para generar producción para su propia subsistencia. De todos modos, la solidaridad de los alumnos y de las comunidades urbanas sigue siendo de gran ayuda para su mantenimiento y evolución, pero sobre todo para sentirse acompañados y queridos, para sentir que también ellos son argentinos y, desde su lugar, forjan día a día nuestra Nación. No los dejemos solos.
Más información:
www.apaer.com.ar
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