Fuente: Hospital Sant Joan de Déu.
Fecha de publicación: 06/09/2012
La adquisición constante de conocimiento es una de las características fundamentales de la etapa infantil y juvenil. Sin embargo, algunos niños experimentan ciertas dificultades en su progreso. El entorno, el sistema educativo y factores personales, como los Trastornos Específicos de Aprendizaje (TA), son las causas más frecuentes de fracaso escolar.
El
fracaso escolar (FE) es uno de los problemas más graves de España. De hecho, el
sistema educativo fracasa en más del 30% de los alumnos, el doble de la media
de los países europeos. Lo definimos como la incapacidad para alcanzar los
objetivos marcados por las autoridades educativas para la enseñanza obligatoria.
Aunque el entorno sociocultural del niño y el sistema educativo influyen en gran medida en el fracaso escolar, existen otras causas inherentes al propio individuo. Entre estas se encuentran los Trastornos Específicos de Aprendizaje (TA), que los sufren entre el 5% y el 15% de la población en edad escolar y que suponen una condición de alto riesgo para los niños afectados. Los TA son disfunciones cerebrales en áreas específicas del rendimiento cognitivo (memoria verbal, atención concentrada, rapidez de procesamiento). Estas provocan dificultades desproporcionadas para un aprendizaje concreto en comparación con el resto de habilidades y capacidad intelectual global del niño.
Los primeros años de escolaridad resultan cruciales en la detección de los TA. Estos trastornos se identifican cuando están aprendiendo el lenguaje oral, el escrito, el cálculo matemático o el desarrollo de la escritura. Los TA no se deben confundir con los problemas que afectan a los niños que presentan baja capacidad para adquirir hábitos de estudio o para mantener la atención.
Entre las patologías más comúnmente diagnosticadas en alumnos con capacidades de aprendizaje se encuentran:
Aunque el entorno sociocultural del niño y el sistema educativo influyen en gran medida en el fracaso escolar, existen otras causas inherentes al propio individuo. Entre estas se encuentran los Trastornos Específicos de Aprendizaje (TA), que los sufren entre el 5% y el 15% de la población en edad escolar y que suponen una condición de alto riesgo para los niños afectados. Los TA son disfunciones cerebrales en áreas específicas del rendimiento cognitivo (memoria verbal, atención concentrada, rapidez de procesamiento). Estas provocan dificultades desproporcionadas para un aprendizaje concreto en comparación con el resto de habilidades y capacidad intelectual global del niño.
Los primeros años de escolaridad resultan cruciales en la detección de los TA. Estos trastornos se identifican cuando están aprendiendo el lenguaje oral, el escrito, el cálculo matemático o el desarrollo de la escritura. Los TA no se deben confundir con los problemas que afectan a los niños que presentan baja capacidad para adquirir hábitos de estudio o para mantener la atención.
Entre las patologías más comúnmente diagnosticadas en alumnos con capacidades de aprendizaje se encuentran:
- Los Trastornos del Desarrollo del Lenguaje (TDL), o disfasia, con severidad variable, cuya causa reside en un mal funcionamiento de las áreas cerebrales implicadas en las funciones lingüísticas.
- La
dislexia, el TA de mayor prevalencia en la
población (entre el 5% y el 17%), que varía sus síntomas según la etapa de
la vida, y entraña un grado variable de dificultades de comprensión
lectora y expresión escrita.
- El
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
(TDAH), de origen neurobiológico, que se manifiesta principalmente
por el déficit de atención, la hiperactividad y la impulsividad.
- La
discalculia, una alteración específica de la capacidad de
aprendizaje de la aritmética, aunque no todas las dificultades en el
cálculo corresponden a este trastorno.
- El
Trastorno del Aprendizaje No Verbal (TANV), que
afecta a la coordinación motriz, a la integración de la visión espacial, a
las habilidades psicosociales y a los aprendizajes escolares.
Otra estrategia a tener en cuenta en estos casos es trabajar desde la escuela y la familia con valores como la voluntad, la autoconfianza, la autoestima, el esfuerzo, la capacidad de adaptación y la perseverancia en el ámbito personal; así como la cooperación, la solidaridad, la cohesión y la ayuda mutua a en el ámbito del grupo. En definitiva, para evitar el fracaso escolar es imprescindible coordinar los esfuerzos de la familia, el profesorado, los asesores psicopedagógicos, los servicios educativos y sociales y los profesionales de los centros de salud.
Para saber más sobre la cuestión, consultad el 4º Cuaderno FAROS: EL APRENDIZAJE EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA: CLAVES PARA EVITAR EL FRACASO ESCOLAR.
Referencia bibliográfica
Roca, E., Carmona, J; Boix, C. et al. El aprendizaje en la infancia y la adolescencia: claves para evitar el fracaso escolar. Cuadernos Faros, Observatorio de Salud de la Infancia y la Adolescencia. Hospital Sant Joan de Déu, Barcelona, 2010 [acceso: 24 de agosto de 2012]. Disponible en: http://www.faroshsjd.net/adjuntos/1774.1-Faros4_Castella.pdf
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