Con una
matrícula de 30 alumnos que van desde el Jardín de Infantes hasta EGB 1 y EGB
2, se imparte enseñanza en un entorno de producción arrocera y ganadera. Allí,
los padres todavía no tienen real conciencia de la necesidad de llevar a sus
hijos a la escuela para que estudien, se eduquen y se formen social y
culturalmente, siendo hoy en día el estudio una herramienta fundamental para
conseguir trabajo y no caer en la marginalidad total.
En este
contexto, nos hallamos con adolescentes de 14 años de edad que están todavía en
primer grado, junto a niños de 5 años. Los alumnos pertenecen a familias
humildes, de padres en muchos casos analfabetos, alcohólicos, inclusive solos
para criar a sus hijos, lo que les dificulta organizarse para acompañar a sus
hijos a la escuela y mucho menos asistir a las reuniones de padres.
Desde
hace varios años cuando desde la Secretaría de Acción Social de OSPRERA se
implementó el Programa de Ayuda a la Comunidad Escolar Rural (PACER) se pensó
en crear un instrumento dirigido a las familias rurales para que se acerquen a
las escuelas rurales y para sensibilizarlas sobre los derechos de la infancia y
concientizarlos de la importancia de que se le brinde educación a sus hijos y
que asistan a la escuela en forma constante.
Gracias
al PACER llevamos donaciones de ropa, calzado, útiles escolares, televisor,
libros y juguetes, entre otras cosas. Y en el acto de entrega nos encontramos
con una sorpresa: unos 20 trabajadores rurales (de la empresa arrocera y
ganadera Ladisladio Popelka y Cia S.A.) asistieron atraídos por la presencia de
un dirigente nacional de OSPRERA, el Cro. Rubén Benítez, y de dirigentes
provinciales de UATRE, los Cros. Roberto Cafferata y Elsa Edith
Ojeda. Su objetivo era interiorizarse sobre sus derechos laborales, la
nueva ley de Trabajo Agrario, sobre retribuciones del trabajador agrario, jornada
de trabajo y descanso semanal, licencias especiales, jubilaciones y de la
seguridad y riesgo del trabajo otros aspectos vitales de la legislación.
Angélica
Itatí Aragón, la directora de la escuela, conjuntamente
con docentes, alumnos, padres, vecinos y trabajadores de Popelka, nos agradeció
todo lo que habíamos llevado y nos prometió que durante el año lectivo ella iba
a repartir las donaciones a cada uno de los chicos que tuviera real necesidad.
Como una forma de motivarlos, exigió asistencia a clase para entregar
donaciones, y reprendió a los padres que estaban presentes por no traer los
chicos a la escuela ni acudir a las reuniones de padres cuando se los cita.
Nosotros
nos fuimos muy conformes de esta reunión porque pudimos cumplir con nuestra
meta al crear el PACER que era acercar mediante donaciones a los alumnos,
padres y vecinos a la escuela rural y contribuir a que niños y adolescentes
tengan educación y una escuela rural que los contenga y cobije.
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