martes, 28 de octubre de 2008

Editorial

El tiempo no para

Yo veo al futuro repetir el pasado,
veo un museo de grandes novedades
y el tiempo no para.
(Cazuza - Músico Popular del Brasil)

No es necesario reafirmar lo mucho que se habló del “campo” en estos últimos meses; se opinó, se esbozaron proyectos, se plantearon problemáticas…pero, curiosamente nada se dijo sobre la Educación Rural y Agropecuaria.
Cuando se hablaba de la población rural, de los chacareros, del “nuevo sujeto agrario”, a nadie se le ocurrió mencionar a los Alumnos y las Escuelas que están ubicadas en el Medio Rural a pesar que la cuestión agropecuaria fue tapa de todos los diarios durante semanas.
El sector agroindustrial ha sido, es y será uno de los que más divisas por exportaciones le genera al país. Frente a semejante realidad, una primer pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Se tiene en cuenta este dato a la hora de plantear las Políticas de Estado para la Educación en el Medio Rural?
Desgraciadamente, la respuesta es NO. Fundamentalmente porque hace años que no hay una Política Educativa específica para la Educación Rural y Agropecuaria.
Seguidamente valdría entonces preguntarse: ¿Por qué cuando se aborda la temática del campo nunca a nadie se le ocurre incluir la cuestión educativa? Aquí la respuesta traería una carga de desilusión muy grande: podríamos simplificar sin faltar a la verdad, argumentando que “a muy pocos les interesa lo que pasa con la Educación Rural y Agropecuaria”. Esos pocos que se preocupan y tratan de insertar el tema en la Agenda Pública son los que trabajan en la Modalidad, los que siguen sufriendo la permanente desidia que a lo largo de décadas viene postrando y postergando a una parte del Sistema Educativo de Argentina que debería considerarse de vital importancia para el crecimiento del país.
El conflicto por las retenciones dejó una profunda marca en la nuestra sociedad; más allá de quién ganó o quién perdió, la democracia salió fortalecida porque nuevamente la POLITICA (así con mayúsculas) volvió a ocupar el lugar que se merece en la vida diaria de cada uno de los argentinos, sin importar la ideología que profese.
Pero este sano retorno al democrático ejercicio de imaginar -como habitantes de un mismo suelo- que es lo que mejor conviene a todos, nos dejó gusto a poco. Hemos perdido una de esas irrepetibles e inigualables oportunidades que se nos presentan para colocar a la Educación Rural y Agropecuaria en el centro de la discusión para comenzar a pensar entre todos que Sistema Productivo Agroindustrial queremos. Un Sistema Productivo que requiere de gente altamente capacitada y donde la formación deber jugar un rol preponderante.
Porque más allá de las excepcionales condiciones que hoy nos ofrece el mercado externo, más allá del crecimiento tecnológico que nos posicionó entre los mayores y mejores productores de comodites del mundo, por más que se produzca el milagro y se genere una verdadera Política de Estado para el Sector Agropecuario vamos a seguir padeciendo la incertidumbre de no saber que pasará con miles y miles de jóvenes que quieren formarse y ser parte de un sector pujante de nuestra economía.
Pero -sin coordenadas claras ni criterios comunes- seguimos ofreciéndoles Planes de Estudio vetustos, continuamos enseñándoles desde la teoría cuestiones prácticas que son indispensables para desempeñarse en un mercado laboral tan activo y dinámico como el agropecuario…podríamos seguir llenado hojas enumerando decenas y decenas de desencuentros entre la Educación Rural y Agropecuaria y el Sistema Agroindustrial.
Todos reclaman una Política de Estado “para el campo” pero nadie se acuerda de la gente del campo, de las escuelas que están en el campo, de aquellos que deberían tener las mejores herramientas didácticas y tecnológicas para enseñar en el campo.
Muchos insisten que luego de todo lo acontecido debería venir un nuevo tiempo, con un sistema político más oxigenado, donde la calidad institucional se palpe en cada acto de gobierno, con políticas públicas consensuadas con los actores involucrados, donde el interés comunitario esté por encima de cualquier otra cuestión. Debería ser lógico que algo así ocurra porque, cuando se comienza a transitar por el camino del sentido común, ganamos todos.
Sucede que (más allá de esos anhelos) vislumbramos que nuevamente cada uno quiere defender su quiosquito y parece que de a poco, irremediablemente, estamos retornando a los impresentables tiempos del sálvese quien pueda y allí sí que los que perderán serán como siempre los que menos tienen que -en definitiva- son los que menos pueden.
Entre ellos, se encuentran muchos, miles de jóvenes rurales que sueñan encontrar en nuestras escuelas y desde nuestras escuelas, un futuro mejor.
Pasó el tiempo de los paros y de las cacerolas, también pasaron las marchas, las contramarchas, las frases tan hirientes que a partir de ellas se tornó imposible construir ningún diálogo.
Pasaron muchos días, semanas y meses de seguir “el conflicto” como si fuese el único, de escuchar hablar “del problema” como si no hubiese otros. Ojalá que hayamos aprendido la lección. Los unos y los otros: todos nosotros.
Porque el tiempo no para y mientras pasan los días, los conflictos y los gobiernos, nuestros jóvenes en el Medio Rural siguen perdiendo oportunidades, esas que se van y no vuelven nunca más.

Lic. Juan Carlos Bregy
Director Ejecutivo de FEDIAP
Educación y Desarrollo para el Medio Rural y su Gente
Coordinador del Centro de Comunicación y Capacitación para el Medio Rural
direccionejecutiva@fediap.com.ar